El Rayo vuelve a estar en casa

El Rayo vuelve a Segunda, su casa, donde ha pasado 31 de sus 58 temporadas en categoría nacional. La Segunda de Alcázar, Anero, Uceda, Tanco, el mundialista Guzmán, 'Palín' González, Francisco y, sobre todo, Felines y Potele, dos delanteros para una estatua que no necesitaría mucho bronce. Y antes, Chufi, Hernández, Illán y Bordons. Y antes, los cedidos Benito y Velázquez, luego glorias nacionales. También hubo doce temporadas en Primera y hasta una aventura en la Copa de la UEFA con Juande que se alargó hasta los cuartos de final. Aquello sí que fue una juerga. Esta también lo es. Porque el Rayo ha envejecido mucho en Segunda B, una categoría que siempre le ha visto como un rico venido a menos, que le ha reprochado su generoso presupuesto, que no le ha agradecido su tirón en los campos que visitó. Una categoría que le ha llevado siete veces al año a la hierba artificial de Canarias y en la que murió en dos ocasiones en la orilla del playoff.

Escuchado ayer el grupo en su amable, risueña y agradecida visita a AS, la Segunda suena ahora a música celestial. El ascenso ha prolongado contratos, Mel incluido, primer paso del plan de estabilización. También están asegurados los refuerzos en un club de presidencia femenina y singular, donde a Teresa Rivero le ha podido la devoción a la obligación. La afición promete duplicar su fidelidad. Y en el empujón final todos esperan a las instituciones. El Rayo necesita que Comunidad y Ayuntamiento formen frente común para ayudarle a salir del viejo e incómodo estadio de Vallecas y para rematar una ciudad deportiva que ya está en marcha. Con esa fórmula se hizo mayor de edad el Getafe. Bien lo sabe Mel, que estaba allí cuando el milagroso proyecto de Ángel Torres y Pedro Castro pegó el estirón.

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