Una hinchada limpia, feliz y carnavalesca

Hay alfombra roja sobre el verde Innsbruck, y da gusto verla. Diez mil españoles (se calcula que un 30 por ciento inmigrantes) empujarán al equipo camino de cuartos, la frontera natural entre nuestra realidad y nuestras expectativas. En eso la Selección va por delante de los clubes, cuyas hinchadas son tan fieles como sedentarias. No cuesta sacar a 20.000 a la calle para combatir un descenso administrativo (Celta o Sevilla, en el 95) pero resulta casi imposible llevar a 2.000 a un partido a domicilio. Únicamente se admite el esfuerzo corto de una final europea o de Copa, pero en la Liga, en el día a día, el visitante está desamparado. Sólo el Sporting se apunta con entusiasmo a una tradición bien arraigada en Inglaterra o Argentina.

La Selección, en cambio, invita a un agradable combinado de turismo y fútbol, de ocio y pasión, en una época de buena climatología. Y así ha fabricado una afición feliz, veraniega, carnavalesca y limpia de ultras. Un retrato del buen humor que tiene 10.000 caras y no da trabajo a los antidisturbios.

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