El derbi recobra el valor del equilibrio

Este derbi (o clásico, o partido de la máxima rivalidad) presenta un Atlético más lozano que el de los últimos años. Está tercero, pero no es sólo eso. Se siente seguro. Ya no vive colgado de un jugador (por bueno que fuera) del que el madridismo hacía burla porque se cegaba ante Casillas. Ahora hay un equipo bastante bien compuesto, con algunas lagunas, pero mejor que el de los últimos años. Y rematado por una excelente pareja de ataque. Un equipo al que todo el mundo ve al final en puesto Champions, y al que además se ve aspirante a la Copa y a la Copa de la UEFA. Un Atlético casi 'como Dios manda'.

Eso es lo que le da lustre al partido de esta tarde, al que el Madrid llega a su vez con un chasco, el de la Copa. Por más que Schuster diga ahora que eso tiene sus cosas buenas, la verdad es que se picó bastante con Manzano antes y después del partido, lo que desmiente este desdén de ahora, un poco como de zorra ante las uvas inalcanzables. No da brillo caer en la Copa, que además sirve para calmar la ansiedad de los que juegan menos en Liga y Champions de lo que creen merecer. Y seguir vivo en ella es mantener abierta una expectativa grata. Importa menos que otras cosas, pero importa.

Por lo demás, el partido tiene sus puntos calientes. ¿Vuelve bien Pepe? ¿Lo bastante bien como para hacerse, junto a Cannavaro, con Agüero y Forlán? ¿Notará el Atlético la falta de Maniche o mejorará con Motta? ¿Está éste realmente bien? ¿Va a jugar Guti otra vez o será Sneijder? Y Gago, ¿puede alcanzar el peso en el equipo que sí tiene Raúl García en el suyo? Así siguiendo. Un partido se descompone en un rompecabezas de pequeños partidos en distintas zonas, ligadas entre sí. Y en días como este, con el picante de la rivalidad más la importancia de que hay algo en juego. Porque ha vuelto el Atlético.

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