El Madrid se equivocó de velocidad

El Madrid suspendió en Bremen, donde salió derrotado de un partido de toma y daca, jugado a ritmo frenético, del que se trae dos goles a favor por tres en contra, más tres milagros de Casillas. Una derrota inesperada, pero que a la luz del partido se explica sola: el Werder Bremen ha alcanzado un gran momento. Lleva tiempo encadenando éxitos en la Bundesliga, de la que ya es segundo, y a pesar de las bajas, algunas importantes, ha adquirido aire de gran equipo. Con velocidad de juego y con velocidad en sus individualidades, que ganaban una y otra vez los balones divididos. Y fue un equipo sin fisuras.

Frente a eso, el Madrid, para mi gusto, se enredó. Su ritmo natural es otro pero no lo supo hacer valer salvo cierta fase de la primera parte. Pero poco a poco fue perdiendo el hilo, entregándose al juego vertiginoso que proponía el equipo alemán y por ahí se perdió. Se perdieron Guti, Gago, Diarra, los laterales... Se perdió el balón, en definitiva. Y como la defensa tampoco estuvo bien y se dejó pillar mal acomodada en varias ocasiones el saldo fue noche de fiesta para Bremen y un disgusto para el Madrid, que aún es primero de grupo, pero que tiene pendiente un fielato final: la visita del Lazio.

Y es importante clasificarse, pero también lo es salir primero de grupo, como ha hecho ya, con una jornada de sobra, el Barça. En octavos juegan el segundo partido en casa los campeones de grupo. Desde que se fue a esta fórmula, han pasado los octavos tres de cada cuatro campeones de grupo, y sólo uno de cada cuatro subcampeones. Así que no es baladí. Mala noche, pues, rematada por el empate del Valencia, que le saca de la Champions y le pone difícil el tercer puesto, el que lleva a la UEFA. El cuarto lleva a la nada. Queda visitar al Chelsea y confiar en el Rosenborg. O sea: está muy difícil.

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