La Premier nos amenaza. Lean a Cesc

Me comentaba el otro día un gran personaje de nuestro fútbol que le preocupaba el crecimiento de la Premier, la sensación de que los grandes focos se van trasladando para allá. Y no sólo los grandes focos, pensé yo, sino poco a poco hasta nuestros mejores jugadores. El Atlético (y todo el fútbol español) se ha quedado viudo de Torres, pero ya antes se fueron otros. Algunos sin que casi supiéramos aún quiénes eran. Como Cesc, convertido en un jugadorazo, pura escuela centrocampista culé pero con un golpe definitivo en el horno de Wenger. Cesc ya es carne y sangre de la Premier League.

Así se lo explica en las páginas centrales de este periódico a Guillem Balagué, en una entrevista tras la cual me temo que Calderón tendrá que enfriar su optimismo respecto a la posibilidad de traerle. Cesc está encantado en un fútbol que cada día deslumbra más, que mantiene sus valores clásicos a pesar de la amplísima importación de jugadores, y que tiene dinero para comprar tanto o más como el que más. Allí se juega aún con mucha nobleza, no se engaña, no se finge, se respeta al árbitro, los entrenadores trabajan con sosiego a largo plazo. Aquello es realmente envidiable.

Es la síntesis entre las viejas virtudes del fútbol de los inventores y los recursos económicos del gran fútbol como vanguardia de la industria del espectáculo. Es el matrimonio entre una tradición y una modernidad bien traída. Y es el producto de unos derechos de televisión formidables, porque allí no hay ley que obligue a partido en abierto y porque hay más población y porque la Commonwealth es un gran mercado añadido, un mercado en el que los equipos propios son irrelevantes frente al mágico atractivo de los viejos y clásicos clubes ingleses. Sí, la Premier nos amenaza. Sólo hay que escuchar a Cesc.

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