Juande y Quique, delicada coincidencia

En plena fuga de Juande se produce el fulminante despido de Quique. Los argumentos de quienes ven bien lo que ha hecho el primerose refuerzan con lo ocurrido al segundo. Dicen: si el club puede echar al entrenador, ¿no puede el entrenador marcharse cuando quiera? Bueno, pues ni una cosa ni otra son edificantes, ni creo que el deporte deba ir por ahí. Claro que Juande tiene derecho a marcharse donde le pagan mucho más de lo que está dispuesto a darle el Sevilla. Pero el Sevilla le rescató del paro y le puso al frente de una estructura ya montada, que funcionaba, y que ha contribuido a encumbrarle a él.

Tiene derecho Juande a hacer lo que hace, pero no es admirable su actitud. Y ojalá le vaya bien, como pienso que le va a ir al Sevilla sin él. En principio pensé que esta catarsis le podía sacudir, hacer pasar por fin la página de pesimismo en que se metió con la tragedia de Puerta. Y el partido del domingo así me lo hace pensar. Por primera vez desde el fallecimiento de Puerta hemos vuelto a ver al Sevilla, al verdadero Sevilla. Tan bien jugó que abrumó al Valencia y eso le costó el despido a Quique, perpetrado con nocturnidad y alevosía. Este no se va porque quiere, a este le echan.

Hay una diferencia, ojo: el Valencia tendrá que pagarle. ¿Cómo compensa Juande al Sevilla? Y por mucho que Soler también haya hecho uso de un derecho, no deja de ser criticable. Hace bien poco renovó a Quique, tras eliminar a Carboni. No estaba convencido de lo que hacía. Ese es el signo de su mandato, en el que se suceden entrenadores, secretarios técnicos, directores deportivos y cuadros médicos. Ahora un novel dirigirá al equipo ante el Madrid, mientras Miguel Ángel Ruiz busca un entrenador lujoso. Mal Juande, mal Soler. Los contratos se respetan. O se rompen de mutuo acuerdo y sin agravios.

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