Una del Oeste en el Santiago Bernabéu

¡Qué tremendo partido! Seis goles, un penalti fallado, paradas de los dos porteros (bueno, lo de Casillas fueron milagros), emoción hasta el último instante. En el 92+' Casillas le negó el empate a Kovacevic. De vuelta, Balboa redondeó un 4-2 que vale y que suena muy bien, pero que no conviene que confunda al Madrid. Porque su impulso ganador durante todo el partido fue envidiable, pero jugó con una precipitación innecesaria. Jugó todo el partido como si le quedaran cinco minutos y necesitara un gol a vida o muerte. Esa falta de calma del Madrid trastornó el partido y le dio emoción.

Y no había por qué correr tanto. Ni con empate y ochenta minutos por delante ni con derrota y cuarenta minutos por delante. Y mucho menos cuando ya ganaba. El público lo agradecerá (y yo lo agradezco), pero ese no es camino. Por lo demás, el partido recupera a Gago, que por fin disfrutó de una buena noche en el Bernabéu y nos deja a cambio un nuevo cierto chasco con Sneijder, que no estuvo a la altura. Pero sobre todo, coloca a Robinho bajo los focos, con sus dos goles (también estuvo en el origen del primero, que hace el número 58 de Raúl en Champions, y dio el cuarto) más el penalti que provocó.

Aunque para mi gusto hubo demasiada alharaca en sus celebraciones. Y cuanto más estimemos su peso en este partido más motivos habrá para echar en falta su presencia en Montjuïc, partido que el Madrid perdió y que ya no va a volver. En todo caso, fue el chico, el bueno en un 'western' cargado de galopadas, caídas, disparos y emoción. Un partido tremendo con victoria final del Madrid, que viene acompañada por la del Werder Bremen sobre el Lazio, lo que le coloca muy cómodo en la tabla. Pero no, no es aún el Madrid de Villarreal. Fue divertido y emocionante, pero hay cosas muy a mejorar.

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