Internacionales de aquí y de acullá

El Espanyol vive días de vino y rosas. Viene de jugar una final de la UEFA, empieza a resolverle problemas a la Selección Nacional y ante sí se le presenta una bonita Liga. La palabra que mejor acompaña su momento es entusiasmo. Con eso ha ganado ya al Sevilla, al Valencia y al Madrid en lo que va de campeonato, y merodea entre la zona UEFA y la zona Champions. La noche ventosa de Montjuïc presentó las dos caras del fútbol: la del equipo entusiasta y crecido que va, y la del equipo temeroso y confuso que vuelve. Y el resultado, en realidad, fue corto para lo que allí ocurrió.

Eso sí: el Madrid puede refugiarse en el virus FIFA, que le dejó sin Baptista y Robinho, sancionados o así, y sin Robben y Heinze, lesionados. Además, Sneijder está irreconocible. Lo mismo, aunque en menor grado, puede decir el Barça, que ayer recibió su correctivo en Vila-real, previo al del Madrid en Montjuïc. Con Ronaldinho rebajado de servicio, sólo que sin reproche, sino con defensa de Laporta (¡?). Al virus FIFA se le junta en ocasiones el virus juerga, al que son más vulnerables que nadie los brasileños. Y ahí lo ven: ellos en casa y los suyos perdiendo. Ese es el tipo de cosas con las que me cuesta transigir.

Porque hemos visto a otros internacionales batirse bien el cobre este sábado. A los españoles, mismamente. El Espanyol tenía tres, y ya vieron. El gol del Madrid fue un alarde de Sergio Ramos en la frontera final del partido, que apuró completo, como todos los anteriores hasta ahora. El Valencia, vivero de La Roja, barrió en Riazor. O sea, que jugar cansa, pero si se vuelve cuanto antes, se descansa lo más posible y se entrena de nuevo con el equipo, como han hecho todos los nuestros, el asunto afecta menos. Los que aprovechan la ausencia para desparramar son un problema aparte. Distingamos las cosas.

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