El club paga la fiesta

Unas páginas más atrás encontrarán imágenes de la fiesta subida de tono con la que Robinho, Ronaldinho y algunos más celebraron la goleada brasileña a Ecuador. Dos días y pico después todos (menos el tal Somalia, del Fluminense, que sambeó con muletas por el garito) tenían programados partidos con los clubes que les pagan, extraordinariamente en la mayoría de los casos. Ayer volvieron los que juegan en la Liga, sospechosamente después de que acabaran los entrenamientos de sus equipos. Y quedaron fuera de las listas de convocados los de Barça y Madrid. Por ahí empezaría a explicarse el apagón de Ronaldinho, cuya ausencia ha pasado de ser un drama a convertirse en un alivio para Rijkaard. Por ahí se entiende que Robinho siga abortando su despegue. Por ahí cuadran lesiones repetidas y carreras menguadas. Por ahí se quedan los clubes sin argumentos para pedir a la FIFA que pague por el virus que genera. Y por ahí debería ir Laporta cuando recomienda dosificarse a sus internacionales.

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