Arsenal sin ingleses, Inter sin italianos...

Una cosa me llamó la atención de esta jornada de Champions: el Arsenal saltó al campo sin ningún inglés (no es la primera vez que pasa) y el Inter sin ningún italiano. La globalización del fútbol es galopante en Europa desde el caso Bosman y va produciendo estos efectos. Equipos sin un solo jugador local cada vez serán más frecuentes. Equipos eclécticos, cuya personalidad no la definirán ya una tierra, una ciudad, sino la forma de trabajar de su entrenador, el modelo de juego que elija. Y los intermediarios de confianza del presidente, que en realidad son los que configuran las plantillas a su mayor interés.

No me gusta. Miro aquí y distingo al Madrid del Barça por Raúl y Puyol, Casillas y Xavi, Guti y Oleguer. Sin ellos, todo consistiría en dónde están en cada momento los galácticos de turno, o dónde cayeron Touré o Diarra. Ese punto residual de localismo preserva en cierto grado la personalidad de ambos clubes. Y me gusta. Como me gusta el Athletic. Y me gustan los mundiales, porque los equipos son diferentes, y se ve cómo cada tierra y cada etnia interpreta el juego, cómo adapta sus condiciones al juego. Al revés que en la Champions, donde todos van camino de ser el mismo. Cosa de agentes, les decía.

En los primeros sesenta, cuando el Barça fichó a un tal Silveira, circuló un chiste. Se busca un astronauta. Llega uno a ofrecerse, pide un millón y le dicen que no. Llega otro y pide tres. El encuestador se indigna: "¡Hemos rechazado al que pedía un millón y usted pide tres!". Pero el aspirante le razona: "El primer millón es para usted, el segundo para mí, que traigo la idea, y el tercero se lo damos a ese que se ofrecía por un millón". Y se cierra el acuerdo. El chiste valía entonces y sigue valiendo hoy. Y explica tanto tráfico de jugadores. Y explica que se paguen cantidades desorbitadas por ellos.

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