Luis como antídoto del optimismo

España salvó a medias en Oviedo el papelón de Islandia. Francamente yo hubiera esperado algo más, más nervios, más goles, más llegadas de Silva... El resultado vale porque supone tres puntos y además salvamos el partido sin tarjetas, dato que no es desdeñable porque el siguiente encuentro es en Dinamarca y ahí nos jugamos todo. Pero después del fiasco de Islandia hacía falta algo más, una reconciliación, una goleada, una gozada. Oviedo, que llevaba tiempo sin disfrutar del fútbol bueno y que llenó el campo, lo merecía. La cosa quedó en un suficiente a secas, para estar contentos, pero sin presumir.

para estar contentos, pero sin presumir.

Porque ahora Dinamarca, que ayer goleó a Liechtenstein, galopa peligrosamente por detrás. Está a cinco puntos, pero tiene un partido menos. Si nos gana en Aarhus el próximo 13 de octubre, se pondrá a dos y ya todo estará en su mano. Después le quedará la salida a Irlanda del Norte y recibir a Letonia e Islandia. Así que, si España pierde en Dinamarca, se verá en un gravísimo apuro. Eso es lo que costó el tonto empate de Islandia, y eso es lo que podríamos ver con otra preocupación si anoche hubiera habido goleada. Porque los goles no dan más puntos, pero sí dan optimismo.

Y optimismo es lo que más necesitaba esta Selección ahora cuya cara alegre vuelve a ser Joaquín, el niño perdido y hallado en la polémica, el mismo que calificó a la Selección de despelote, montó un gran despelote en el área letona. Él dio el primer gol (que los clásicos dicen que vale por tres por la tranquilidad que produce) y mantuvo el interés del partido hasta que compareció Iniesta, que volvió a ser revulsivo. Pero cuando todo era moderada alegría, apareció Luis tras el partido como antídoto perfecto del optimismo. Su intriga absurda nos deja colgados en la incertidumbre hasta el partido de Dinamarca.

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