El Bernabéu disfrutó el fútbol de lo lindo

De repente, la nube negra que flotaba sobre el madridismo tras un agosto confuso se despejó y dio paso a un sol radiante de felicidad. La apuesta de Calderón, valiente hasta lo temerario, de prescindir del entrenador con que ganó la Liga para atender la demanda del socio de un fútbol mejor fue premiada ayer con un partidazo de los de antes, una victoria vibrante sobre el eterno rival, que también apareció bastante mejorado, con el entusiasmo de un público que vio lo que quería y con la exhibición de Sneijder y el buen tono de los otros fichajes. Todo eso en un derbi memorable.

La cosa empezó en festejos y el preceptivo despiste en el primer minuto, con gol de Agüero. Y un aspecto intimidador del Atlético, magnífico por delante, más discutible en la media y sobre todo en el fondo, donde Perea compensa, jugando al límite, la lentitud de Pablo. Un equipo para ganar 4-3 más que 1-0, nos dijo el Kun la víspera, y así fue. Un equipo interesante si fragua atrás. Enfrente, el Madrid fue de menos a más, empezó con descolocaciones y reproches pero se fue entonando y se levantó de la mala situación en que se encontraba. Con Raúl otra vez. Siempre él. ¿Por qué me empeño en dudar?

Fue un partido emocionante hasta el estrépito, con tránsito rápido del medio campo, pero no por pelotazos, sino por tiqui-taca preciso y urgente. Con llegadas, remates, porteros apurados, el marcador siempre apretado, Sneijder haciendo unos cambios de juego colosales... Fútbol bonito donde los haya, con el Madrid siempre algo mejor (el gol se retrasó por dos remates al palo) pero el Atlético con la amenaza siempre de su pegada, que se presentía peligrosa. Y emoción hasta el último suspiro, cuando Agüero repitió vaselina, pero topó con Casillas. En fin, el Bernabéu disfrutó el fútbol de lo lindo.

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