Ojalá Mayo delatara al matasanos
Tanto la reciente Ley Lissavetzky contra el dopaje como el código de la AMA prevén una reducción de la sanción de hasta un cincuenta por ciento para los deportistas hallados culpables de doping que revelen el nombre de los inductores. Me parece justo y necesario, dado que el doping es una práctica vil que a quien más beneficia (les lucra económicamente) es a los médicos especializados en esa canallada. Esos médicos se esconden detrás de una omertá generalmente bien protegida por los directores de equipo, que ejercen de tontos útiles, si no de cómplices oportunamente retribuidos.
¡Cuánto me gustaría que Mayo denunciase a su matasanos! Reduciría su pena y aliviaría bastante el pésimo impacto que la noticia de su positivo ha producido en los mismos días en que Contador, mirado con recelo según dónde, paseaba su maillot por la Comunidad de Madrid. Andaban por ahí fuera insinuando malicias por el hecho de que seis de los diez primeros del Tour sean españoles cuando Mayo, clasificado más atrás, ha venido a darles un argumento nuevo. Mayo no puede añadir a tanto daño el bochorno de instalarse en la figura de encubridor de un delincuente, el matasanos.
¿Revelará el nombre? Ese es mi sueño. Demostraría inteligencia. A él le caen dos años sin correr, más la obligación de entregar a la UCI el importe de un año de su sueldo. Todo por un enteradillo que le dijo: "Ponte esto que irás como una moto y no da". Pues no fue como una moto, y además dio. El sinvergüenza que le cobró por eso disfrutará de impunidad para seguir envileciendo ciclistas mientras no haya la valentía de romper el circuito y denunciarle. Eso sí sería solidaridad con un colectivo secuestrado moral y físicamente por esos desalmados. No es solidaridad permitir que todo siga igual.