Francia y el Tour salvarán el ciclismo

París se hermosea cada año por estas fechas para recibir al Tour. La gente se echa a la calle, como lo ha hecho a lo largo de todo el país, para vitorear a sus héroes. No hay franceses entre los ganadores. Hace mucho que no los hay. El mejor colocado aparece en el anonimato de la general, el 27. ¿Es que en Francia ya no se monta en bicicleta? Sí, sí se monta. Sólo que en Francia se persigue el doping con más seriedad que en otros sitios desde hace más años. El primer gran trueno de esta guerra sin cuartel contra el doping fue la expulsión del Festina, con Virenque a la cabeza, en el célebre Tour del 98.

No hay ganadores franceses, pero los franceses salen a la calle porque aman por igual al Tour y al ciclismo, y los defienden con ardor. Por eso se ha convertido esta colosal prueba, referente del deporte mundial, en implacable perseguidora del doping, una práctica a la que el pelotón se entregó hasta el extravío para beneficio de unos pocos 'mengueles'. ¿Están limpios todos los que han acabado? No podemos estar seguros. Lo que sí es cierto es que dos connotados tramposos han sido apartados del grupo. Ellos no pasearon su vergüenza por los Campos Elíseos. Al menos ellos dos, no.

Falta tiempo, pero es el camino. Aún hay que convencer a esos que con tanta facilidad acuden a la palabra hipocresía en sus abstrusas explicaciones de que no hay mayor hipocresía que estar a favor de la barra libre y no confesarlo. De que el ciclismo que viene será mucho más sano que el que se va. De que hay que frenar la sangría de patrocinadores que abandonan. De que ninguna firma quiere ver su nombre asociado a la trampa, como bien ha hecho patente Rabobank. Hay que convencerles de que el ciclismo sólo sobrevivirá si es limpio, como lo desean Francia y el Tour. El viejo y querido Tour.

Lo más visto

Más noticias