Un juez hará lo que el fútbol evita

No deja de sorprenderme la normalidad con que el fútbol se maneja en el estado de excepción al que le ha conducido Villar. Mañana tiene asamblea y sospecho que ganará fácil sobre un campo económico embarrado y ante una hinchada ultra sin más interés en asentir que arrancar de la presidencia el beneficio propio a costa del perjuicio general. No habrá partido. La Federación de Villar tiene congelada hasta el alma tras una intervención del Consejo que puso sobre el césped las irregularidades en la casa de 2003 a nuestros días. Sin esos 15 millones la FEF se ahoga, pero increíblemente no se asusta el fútbol, sino la Administración, el líbero en esa labor de corte al desmán, hasta el punto de que la Comisión Mixta del Congreso, con los votos de PSOE, PP, IU y los partidos nacionalistas, exigió la intervención del CSD en el caso. Tal unanimidad debería avergonzar en Las Rozas.

Villar llegó hace ya 19 años tras un discurso de corte castrista en favor del entonces presidente, Roca, ante el aspirante, Herrera, que había promovido una moción de censura. Tras aquel tumulto asambleario hizo carrera, ganó las elecciones, le quitó al cargo la condición de amateur al ponerse un sueldo y acabó, con el tiempo y la compañía de Padrón, por instaurar un régimen. Ahora sobrevive y trampea, sin subvenciones y con una sede y una ciudad deportiva que debe desalojar tras sentencia irrevocable del Supremo. Y así seguirá hasta que un juez, quién sabe cuándo, haga lo que el fútbol no quiere hacer.

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