Esta noche nos vemos en Brunete

Para mí es el clásico del verano: el campeonato de fútbol siete alevín. Un viejo sueño de un señor llamado Carmelo Zubiaur (al que le ha vuelto a salir el pelo desde que su Athletic ha esquivado el descenso) que nos interesó en el asunto a José Ramón de la Morena y a mí. Entonces yo estaba en Canal + y no me costó convencer a Juan Cueto para que transmitiéramos los partidos, que ahora se pueden ver también por la Cuatro. Pero el que verdaderamente ha mantenido la llama ha sido De la Morena. Cuando llegan estas fechas no tiene otra cosa en la cabeza. La vida le ha dado poder, y lo utiliza para bien.

Es el fútbol como lo querríamos conservar siempre: entusiasta, técnico, ilusionado, artístico, inspirado. El fútbol de los niños a los que la pizarra aún no les entra, o a los que se les olvida en la segunda jugada. El fútbol con las buenas maneras y el buen estilo de los jugadores grandes, pero sin sus malas maneras ni sus malos estilos. Eso ya llegará, me temo. O quizá no. Rabindanath Tagore dijo (creo que fue él) que los niños representan la esperanza de Dios en que la Humanidad mejore. Del mismo modo este torneo representa la esperanza de todos en que el fútbol mejore. Que así sea.

Y mejora, me parece. Cada vez que veo a Iniesta le recuerdo en la pradera artificial de Brunete, haciendo las mismas cosas que ahora, el mismo fútbol suave, inteligente, discretamente hermoso. Cuando topo en un reportaje con las maravillas de Bozan recuerdo que le conocí como Krkic, maravilla entre maravillas en este torneo. Van llegando chicos que jugaban bien a los doce años y cuyas imágenes conserva como un tesoro el archivo de Canal +. Van llegando con un fútbol mejor, inyectando de pureza e ilusión nuestro campeonato mayor. Ahora vuelven, como cada año. Disfrútenlo.

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