España quiere agitar de nuevo las alas

Ya saben: ganar, ganar, ganar y ganar, y volver a ganar. En eso consiste el fútbol, como bien expresó Luis en una de sus siempre peculiares conferencias de prensa. Así que vamos a Letonia a ganar e iremos a Liechtenstein a ganar. Y si ganamos los dos quizá seamos líderes el miércoles por la noche y entonces habremos olvidado todos (yo también) que no hace mucho pensamos todos (yo también) que esta Selección no iba a llegar a la Eurocopa. El fútbol produce sensaciones muy exageradas. Por eso me gusta. Por eso y porque no hay quien lo entienda. Cada partido es un bombón de la caja de la mamá de Forrest Gump.

Vuelve Joaquín, a ver si organiza un despelote y un caos en el área rival, que es donde convienen los despelotes y los caos. Y si hay suerte estará Silva al otro lado. Cuando llegó Luis, España tenía buenos extremos, pero entre la lesión de Vicente, la decadencia de Etxeberria, la inconstancia de Joaquín y la inconsistencia de Reyes, el entrenador acabó cambiando esa fórmula por una que primaba más el buen trabajo en el medio campo, donde nos salen los pequeños genios como setas: Xavi, Iniesta, Cesc... Resultó bastante bien, pero es que donde haya extremos de verdad buenos...

Sé que a Luis no le gusta mucho que le hablen de los extremos. Eso es común a todos los entrenadores, quizá porque se sienten un poquito culpables, como casta, de haberlos combatido casi hasta el exterminio. A base de pedirles más cosas (que ocupen campo, que tiren diagonales, que persigan a su lateral, que toquen...) se les ha ido despistando de lo mejor y más espectacular que tenían: el desborde. Apenas quedan extremos que encaren, se vayan y la pongan, porque se les va la fuerza en otras cosas. Pero esas son las jugadas que nos ponen en pie. Con suerte, hoy veremos algunas. España agita de nuevo las alas.

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