Blatter rectificará y hará muy bien

Anteayer saltó una noticia que nos sobresaltó a todos los que queremos al fútbol en particular y al deporte en general: la FIFA pretendía prohibir los partidos a más de 2.500 metros de altitud. Dado que hay países con grandes ciudades a más de esa altura, incluso un país de vieja tradición futbolística, Bolivia, que sólo tiene un campo por debajo de esa altitud, la pretensión era en sí un enorme disparate. Suponía una humillación para Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú, donde se juega al fútbol a esa altitud, y refleja el desprecio de la vieja Europa, donde anida la FIFA, por aquellas gentes y tierras.

Influencia de Argentina y Brasil, pensaron los malpensados, que seguramente acertaron. Para ellos es molesto y duro jugar en determinadas altitudes. Como es molesto para el Athletic jugar en los campos secos y duros de Andalucía (queja tradicional) o para los equipos andaluces jugar en los campos embarrados del Norte, particularmente en invierno (queja también tradicional). Eso sin salirnos de aquí. Si pensamos en la Champions, ¿es grato visitar al Rosenborg en diciembre y jugar allí bajo cero? ¿Vamos hacia un fútbol a veinte grados, césped artificial y en California?

El fútbol es un reglamento extraordinario, un campo de setenta y pico por ciento y pico y buena voluntad por parte de los contendientes. Una vez pones campo tú y otra pongo campo yo. El planeta es grande y hay quien vive a orilla del mar, quien vive en el altiplano, quien disfruta de clima suave y quien sufre los rigores del clima continental, con sesenta grados de diferencia de estación a estación. Para todos es el fútbol. De todos es el fútbol. Sólo que a Blatter tanta moqueta, tanto climatizador y tanto hotel de mil estrellas le ha hecho perder la olla. Y ha ofendido. Rectificará, espero. Y lo aplaudiremos.

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