El Madrid no se cansa de esperarle

No se me ocurre mejor materia prima para el debate madridista que la figura de Guti, quizá porque es difícil encontrar en la historia una balanza más descompensada entre el talento de un futbolista y los números que le retratan. Porque a Guti le redime el arte y le mata la estadística. Doce temporadas en el Madrid con doce entrenadores diferentes y sólo nueve partidos consecutivos de titular como récord personal (dos veces, la última, en el curso actual). De 452 encuentros de Liga posibles, Guti sólo ha estado en el once inicial en 178 (39 por ciento) y ha jugado completos 100 (22 por ciento). En toda su carrera sólo ha sido titular una vez en el primer partido de Liga, donde los entrenadores muestran públicamente cuál es su plan A. Y para rematar: sólo en la mitad de los años que lleva en el equipo ha disputado más de la mitad de los minutos posibles.

Estos datos no fotografían a un jugador nuclear y, sin embargo, le han servido para mantenerse en el Madrid porque el Madrid, entre pitos y palmas, no se ha cansado de esperarle. De salida (pocas veces), para agitar los partidos tras el descanso, para darle la vuelta a una crisis. Quizá sea lo que ha merecido un futbolista de sube y baja, siempre entre el nueve y el tres, huyendo de la regularidad. Y a pesar de eso tiene defensa. No se recuerda en esta Liga media hora tan redonda como la que firmó ante el Sevilla, aquella tarde en que fue Kaká y Ronaldinho en uno. No repitió ante el Espanyol. Habría dejado de ser Guti.

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