Beckham, Alves y todos los demás

"Me extraña que Beckham sea tan importante ahora", tiró con bala Juande ayer. Hace alusión al hecho de que el Madrid haya apretado para quitarle la tarjeta a un jugador al que su propio entrenador expulsó a las tinieblas a principio de año. Pero es que a partir de que Capello se bajara del burro Beckham ha contado muchísimo, desde su gol de falta en Anoeta el día del indulto a sus impecables saques a la frente de Sergio Ramos ante el Valencia y el Athletic. Y su trabajo, su fe, su carácter. Sus ganas de una salida digna de un club en el que las cosas no le han salido como esperaba.

Esto dicho, el Madrid no debería haber recurrido la tarjeta. Nadie debería recurrir las tarjetas, y mucho menos los comités levantarlas, porque al hacerlo desautorizan a los árbitros. Y además, nuestros comités son manifiestamente peores que nuestros árbitros. Politiquean más y actúan desde el sigilo y la meditación, no a cara descubierta y al instante como los árbitros. Pero también diré que la tarjeta fue una gambada de Muñiz (el rival estaba a 6,40 y la reclamación de Beckham fue correcta) y que ya se han levantado quince tarjetas esta temporada. La polvareda es porque se trata de Beckham y del Madrid.

Pero no es el partido de Beckham. Quizá lo sea más de Alves, ese demonio que corre la banda derecha del Sevilla sin dar ni pedir cuartel. Nada de rotaciones. Hace y sufre más faltas que nadie. Se lleva más tarjetas, da más goles (diez lleva), mete los suyos, no desmaya. Una barbaridad de jugador para una barbaridad de partido, entre un Madrid que vuelve y un Sevilla que está. Que llena de orgullo legítimo a Del Nido, al que anoche le tocó inaugurar una peña en Quintanar de la Orden, hasta donde llega el arrebato sevillista. El sevillismo salta Despeñaperros y asalta la Meseta. Gran noche la de hoy.

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