A cuatro victorias del milagro
La agonía que acompaña fielmente a la Real esta temporada tiene guardado un final que nadie es capaz de descifrar. El equipo estaba hundido hace un par de meses, a doce puntos de la permanencia, pero se ha despertado hoy mirando una y otra vez la clasificación, saboreándola, regustándose al verse a sólo tres puntos del milagro. Futbolísticamente sigue sin haber motivos para la esperanza. Bien es cierto que los dos goles de anoche llegaron tras buenas jugadas por banda rematadas como debe ser, al primer toque, pero los problemas defensivos continúan siendo un lunar peligroso y mortal de no superarse. Ansotegi y Víctor López no dan firmeza y sólo el espectacular don de Bravo en el uno contra uno está salvando a la Real de caer definitivamente en el abismo.
Sentadas estas bases, más meritorio es si cabe lo que está haciendo este equipo en una situación in extremis. En ningún gremio es fácil trabajar con la presión de tener que hacer las cosas perfectas. Mucho menos en el deporte, en el que además se juega con la ilusión de muchísima gente. Por eso no se debe exigir a la Real que gane goleando, ni que mantenga su portería a cero sin recibir apenas ocasiones. A la Real hay que exigirle que gane. Y lo está haciendo. El rumbo se ha enderezado tanto que en las siete jornadas que quedan se puede arreglar este disparate de temporada. La solución pasa por ganar cuatro encuentros más. Es difícil, pero a todas luces alcanzable. Entonces no será Lotina, como prometió, el que invite a los periodistas al Caribe. Seré yo mismo el que le invite a él.