Sí, se puede copiar una obra de arte

Messi agarró el balón en medio campo, pegado a la banda derecha y arrancó. Como Maradona aquel día. La galopada fue de poco más de cincuenta metros. Como Maradona aquel día. Invirtió once segundos. Como Maradona aquel día. Dio trece toques al balón. Como Maradona aquel día. Regateó a cuatro rivales de campo y al portero. Como Maradona aquel día que volcó un camión de ingleses en el Mundial de México. Fue una réplica de aquel gol, con el mismo recorrido, la misma ansiedad creciente, la misma aceleración tras cada nuevo toque, los mismos amagos de freno, saliendo por el mismo lado...

¿Se puede copiar a un genio? Sí, se puede. Ayer recordé a ElmirD'Hory, (si un día pueden vean Fake, de Orson Welles) aquel granuja genial que llenó los museos del mundo de cuadros falsos de grandes genios de la pintura. Eso sí: Messi tuvo un reparo final y marcó con la derecha, en lugar de con la izquierda como hizo Maradona en su día. El cuadro es el mismo, pero puso la firma boca abajo (como San Pedro pidió que le colgaran en la cruz) para permitir así que el gol de Maradona siguiera siendo único. La réplica existe, pero el ojo del experto siempre tendrá algo en que distinguirlos: el toque final.

En fin, que Messi entra en el Olimpo, y lo merece. Su otro gol, por cierto, me recordó mucho en sus maneras a Puskas. No sabría decir dónde ni cuándo, pero se lo he visto más de una vez al genial húngaro, el otro gran zurdo chaparro de la historia del fútbol. De ambos hizo Messi ayer, cuyo gol-réplica-del-de-Maradona-a-Inglaterra estará hoy en los telediarios de todo el mundo, donde se pasará una y otra vez junto al original, uno encima de otro, para asombro de todos. Felicidades a Messi por su obra, a Maradona por su discípulo, al Barça por tenerlo y a todos nosotros por disfrutarlo.

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