El Celta, el Madrid y el miedo escénico

El Celta de Vigo ha ganado hasta ahora sólo un partido en Balaídos, de donde se le han escapado treinta puntos. Con un desempeño buenecillo en su campo estaría por la zona UEFA o así. Sin embargo, está coqueteando con el descenso y recibe al Madrid con un escalofrío, que le ha hecho tirar de amuletos en iniciativa liderada por la hija del presidente. Es curioso porque el Madrid sufre el mismo mal: su puntuación fuera es de ritmo de campeón, pero en el Bernabéu su fútbol aburrido ha sido penalizado también en los marcadores. El Madrid ha dejado escapar en casa hasta diecisiete puntos.

Es el miedo escénico en su verdadera esencia. El miedo escénico es el miedo del actor en el escenario, no necesariamente al público hostil, sino al público en sí, que en general es propio, porque ha acudido a verte, pero exigente. El miedo a fallarles a los tuyos es algo que tienen que aprender a superar actores, cantantes, toreros y deportistas. Y cuando se falla cada vez es más difícil de superar, porque se extiende la desconfianza, y se nota pronto: primero en gestos impacientes, luego en siseos, finalmente en pitas, pateos o pañoladas, según de qué se trate. Es una adversidad difícil de superar.

En el caso que nos ocupa conviene señalar que esto ocurre por algo. Y ocurre porque son dos equipos concebidos para la emboscada fuera de casa, no para el fútbol generoso y valiente que se pide en el campo propio. Tanto el Celta como el Madrid son tan avaros fuera como en casa. Fuera les ayuda la vergüenza torera del rival, que se abre y busca el partido. En casa no ocurre eso, sino más bien que el público propio se les vuelve en contra, cada día más, harto de aburrirse, harto de no ganar, harto ya de estar harto. No me gusta cómo encararon la temporada estos dos equipos. Se han ganado a pulso la decepción.

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