La manía de disparar contra el pianista

"Cambié a Xavi porque si hubiera visto una tarjeta habría sido la quinta, y no hubiera podido jugar contra Islandia", razonó Luis al final del partido. Pero Xavi fue cambiado cuatro minutos después de que Albelda viera tarjeta en el partido de ayer. Y Albelda, por su posición en el campo y por su forma de jugar, está más expuesto a tarjetas que Xavi. Y una segunda tarjeta a Albelda nos hubiera dejado con diez, y también sin Albelda ante Islandia. ¿Entonces? ¿Por qué no razonar sobre la conveniencia del cambio del otro y sí del uno? Se lo diré: los entrenadores siempre disparan contra el pianista.

Se trataba, en realidad, de blindar, de buscar seguridad. Por eso salió Xabi Alonso por Xavi, no por Albelda. Porque así había dos para sujetar la posición. Hay otra forma de blindarse: tener el balón, asegurar el juego, tocar, hacer que el contrario persiga sombras. Pero son raros los entrenadores que se fían de verdad de eso, y los que lo hacen consiguen cosas grandes, como Cruyff en su día o Rijkaard ahora. Luis emprendió ese camino en el Mundial. Llevó un equipo de jugones que llegó hasta donde llegó. Pero tras perder con Francia renunció a aquella idea y ha hecho de Albelda su piedra fetiche.

Nada tengo contra Albelda. Buen jugador. Pero me gustan más los xavis, los iniestas, los cescs. ¿Se trataba de blindar? Pues ya vimos lo que pasó: que España se desconectó del balón y de los tres de arriba e hizo un final de partido vergonzoso, acurrucada como un perrillo apaleado, sin atreverse a salir. ¿Eso es blindar? Eso es renunciar, eso es llevar el partido a donde les convenía a los daneses: a la pérdida inmediata del balón, al pelotazo a tu área, al susto tras susto y al ¡árbitro, la hora! El fútbol de España está en otro sitio: en el toque, en la distracción, en la aceleración inteligente del pase profundo. En lo de Xavi.

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