Cuando sólo se juega medio partido...

Veo primero al Madrid y luego al Atlético y llego a la misma conclusión: ¿por qué no hicieron desde el principio lo que sí hicieron con el marcador en contra? Ambos fueron mareados por sus rivales primero, ambos se vieron pronto por detrás, ambos se vieron obligados a un sobresfuerzo luego para, remando río arriba, tratar de salvar la tarde. Ninguno lo consiguió. Puede pensarse que lo merecieron por lo que hicieron en las segundas mitades, pero desde luego no lo merecieron si nos atenemos a su disposición inicial, a su aire de falsa superioridad de salida, a causa del cual se vieron por detrás en el marcador.

Así es el fútbol y así es la vida. Hay quien lucha y hay quien no. En los dos clubes madrileños está asentado desde hace tiempo el virus de la comodidad. Se contagia desde arriba. Las directivas saben que pueden equivocarse, que pueden dejar equivocarse a los secretarios técnicos. No importa el error, no hay presión para el acierto. Así que fichan y fichan y fichan, porque de algún lado saldrá el dinero (sobre todo en el Madrid) y si se equivocan da igual, porque habrá dinero para fichar otros. Y si vale equivocarse, si no hay presión en busca de la excelencia, los jugadores también lo sienten así.

No pasa lo mismo en los rivales. A Getafe y Recre sólo les está permitido acertar. En caso contrario, la condena es el descenso. Así que se esmeran todos, el presidente, el que ficha, el que entrena... Y los que juegan. Esos clubes viven en una especie de economía de guerra que se transmite a los jugadores y les hace usureros de cada minuto, de cada balón, de cada jugada. No derrochan nada. Los rivales les pueden empujar hasta su área, si son mejores, pero en medio partido no les van a ganar. Si acaso, en el partido entero. Sólo que ni Madrid ni Atlético están por jugar un partido entero como Dios manda.

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