Ponme el toro al sol, ponme el toro a la sombra

Mientras la Federación le daba vueltas a la bronca del clásico sevillano (ponme el toro al sol, ponme el toro a la sombra) nosotros estábamos en Bilbao. El nosotros no es mayestático, sino que incluye, junto a este humilde firmante, a varias de las caras conocidas de este periódico. Se trataba de un encuentro con Bilbao, con Vizcaya, con el Athletic, con el Lagun Aro, con Iban Mayo y con Igor Antón. Pero sobre todo, para qué mentir, con el Athletic. Ese viejo y querido Athletic Club que mantiene una filosofía única, discutida en las horas bajas, como estas, pero que le hace especial y diferente.

¿Usted qué piensa? me preguntaron más de una vez durante el día. Yo pienso que el Athletic es como es y que cambiar no le va a garantizar nada. Cada año bajan tres equipos cargados de extranjeros. No hay que echar la mirada muy atrás para ver descensos del Betis, del Sevilla, del Zaragoza, del Atlético de Madrid, del Valencia... El Athletic sufre ahora porque se ve en una posición incómoda, pero se alimenta del orgullo legítimo de seguir siendo un caso único en el fútbol mundial, como escribió L'Equipe. Otra cosa es que esa filosofía le obligue mucho. Que no pueda equivocarse. Esa es su grandeza.

El debate salta del Athletic al Lagun Aro (cuyo entrenador, Txus Vidorreta, plantea unos interesantes cambios de reglas) y de este al ciclismo, al Tour, a Iban Mayo y a Igor Antón, herederos de una vieja escuela, que en mi memoria se remonta a Loroño, en la de otros a Errazquin. En cada pregunta, en cada respuesta, se detecta sabor y respeto. Se detecta deporte. Cuando acaba el encuentro abro el teléfono y me intereso por el caso Juande. No hay nada. Sólo hay ese ponme el toro al sol, ponme el toro a la sombra. Pienso que cada día tiene su afán, y que el afán de ayer mereció la pena. Hoy será otro día.

Lo más visto

Más noticias