El tal Cote desequilibró el debate

Están bien los derbis largos, los que dan para una semana de discusión. El del sábado lo van a estirar mucho el aragonés Daudén y su perdición, el asistente Cote, aquel que fabuló el fuera de juego que invalidaba el segundo gol rojiblanco. Este debate lo tiene ganado el Atlético, porque sus argumentos son irrefutables. No hay explicación sensata a la anulación del tanto de Perea: el lance no se presta ni a la duda ni a la interpretación. Del Madrid sólo protestó sin demasiado afán Helguera. Antes del remate había existido un penalti que Daudén iba a pitar. Y Cote no disparó el brazo ante la certeza inmediata de infracción. Anduvo unos metros hacia el córner, retrocedió camino del centro del campo no se sabe bien por qué y acabó levantando la bandera a la altura del agarrón de Emerson a Agüero. Inventó lo que no vio.

La defensa del Madrid está en la segunda tarjeta de Cannavaro por un leve manoteo cerca del rostro de Torres en un salto, pero el italiano ya había merecido antes la expulsión, especialmente en un punterazo a Agüero. Ganó Manolete, como el Atlético en energía, posesión, presencia y remate, pero el asistente de Daudén y la dirección de Capello obligaron a Roncero a pelear con una mano atada a la espalda.

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