Un ruego a los dos entrenadores

La pasión del clásico rebulle en la calle. El Atlético llega tras una semana de paz y sonrisas, con el Madrid a tiro (esta noche puede acostarse por delante, y en Champions) y la esperanza siempre renovada en su pareja de ataque, Agüero-Torres. ¿Mucha calma quizá? El Madrid la afronta tras una semana turbulenta, una más: bulo de dimisión de Capello, partido contra el Bayern con victoria aguada al final, amotinamiento de Emerson, disimulado por el club, indulto a Cassano, en este vaivén de puertas que se abren y se cierran. En fin, ese vodevil chusco en que ha convertido Capello al Madrid...

Pero el protagonismo del fútbol español no está en esta ciudad, hay que admitirlo. Está en Barcelona, que ha arrebatado al Madrid su modelo de crisis anterior, el de los celos y los egos, más operístico. Le ha arrebatado hasta el raro honor de tener al gordito de moda. Está en Sevilla, donde crece el Sevilla como una palmera cada vez más alta y airosa, que pretende que su sombra tape el sol incluso en Barcelona. Está en Valencia, cuyo equipo paró en seco ese récord envidiable del Inter. Ese Valencia que curó sus lesionados y reemprendió la carrera como si nada hubiera ocurrido. No está en Madrid.

"No juegan a nada", se quejaban los veteranos de uno y otro bando en su encuentro en Casa Juan. Aguirre y Capello son parecidos, sólo que a Capello se le ve más. Pero Aguirre saca el trivote en Sevilla y en veinte minutos le barren del partido, como a Capello y al Madrid le han barrido del primer plano esos meses de juego pelmazo y ramplón, edificado en torno del insufrible Emerson. Cambien, anímense. Pongan a los mejores, liberen el talento, siéntense y disfruten, hagan disfrutar. Devuelvan a esta ciudad el protagonismo que tuvo en nuestro fútbol. Las dos aficiones se lo están demandando.

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