Ese maldito gol de Van Bommel...

El gol de Van Bommel queda clavado en la frente del Madrid, que ya se veía en cuartos de final con el 3-1. Los cortes de manga del holandés transformaron la depre en indignación y reforzaron la evidencia de que Madrid y Bayern están destinados a detestarse. Ahora el Madrid pedirá sanción, la habrá o no la habrá (yo me figuro que no) pero lo inamovible es el gol. Un gol que castigó la actitud cobarde y entreguista del equipo en la segunda mitad, agravada por la parálisis de Capello. Y que venía a unirse al regalo del primer tiempo, ese lejano globo que Cannavaro dejó rematar totalmente libre a Lucio.

Dos goles del Bayern, pues, el segundo al final de partido, que es cuando más duelen. Pero tres del Madrid, no hay que olvidarlo. Y el reencuentro de Raúl con su propio crédito, en una noche grande, uno de esos partidos para separar el grano de la paja. Dos goles del capitán que, como el de Van Nistelrooy, desnudaron la debilidad defensiva del Bayern, cuyos centrales no son mucho mejores que este falsificado Cannavaro que nos han vendido. Tres goles del Madrid para premiar una primera parte vivaz, de ida y vuelta, en la que sin jugar bien no le perdió la cara al partido. Lo malo vino después.

Porque la segunda mitad fue un horror. El equipo se agotó y se replegó. La lesión de Higuaín dio entrada a un Robinho irritantemente incapaz, el Bayern fue a más y el Madrid pasó los últimos veinte minutos quitándose el balón de encima de mala manera. Y no era para tanto. El Bayern no es gran cosa, sólo que el Madrid se lo ponía a huevo. Hay demasiada desconfianza y demasiado nerviosismo en este equipo, en gran parte porque muchos se dedican a crearlo, con bulos incesantes como el de la salida inminente de Capello. Este Madrid del postflorentinato rema río arriba con demasiada carga.

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