Capello es una carcoma insaciable

Me pregunto por qué Calderón se resiste tanto a convocar elecciones. Me pregunto por qué todos sus adversarios coincidían con el presidente en una sola cosa: en que Capello tenía que seguir. Me pregunto cómo Capello puede estar haciendo tan mal su trabajo. Me pregunto hasta cuándo va a aguantar Calderón la tortura de ese palco, tortura que lo es más cada quince días, porque el aficionado aguanta cada vez peor que le den gato por liebre, Cannavaro por Kaká. Capello es una carcoma que ya ha costado una fortuna, que ha liquidado un proyecto y me temo que a un presidente. Es todo un problema.

El Madrid de ayer estaba visto de otras veces: un equipo sin calidad ni atrevimiento, con dos inútiles enchufados, Cannavaro y Emerson, que juegan porque sí, con Gago apartado en el descanso, con Higuaín relegado injustificablemente, con todo fiado al brío de Sergio Ramos y Beckham, y a ver si cae la papa de algún remate de Van Nistelrooy, perdido allá arriba, en el área. La ilusión del Plan B ya es un recuerdo lejano. Las alineaciones que se suceden parecen casuales, los cambios son extravagantes. Luego llega la conferencia de prensa y Capello se presenta como si no hubiera pasado nada. Un día y otro.

Y tiene razón. No pasa nada y si pasa, se le saluda. Ayer pasó el Betis, aún convaleciente, pero cada día más mejorado desde que lo lleva ese entusiasta llamado Luis Fernández. Le sobró calma en la primera parte, pero en la segunda se movió y estuvo más cerca de la victoria que del empate. Suyas fueron las mejores ocasiones: un palo y dos llegadas clarísimas ante Casillas, una salvada por éste y otra por un topo... Por el Madrid, Van Nistelrooy lanzó un remate lamiendo el larguero y pare usted de contar. Otra noche sin goles en Chamartín. Los goles se han ido a Italia. Se los llevó Ronaldo.

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