Algo peor que un cuarto año sin títulos...

Veamos: Ronaldo se va a mitad de temporada al mismo equipo que ofreció por él el doble de dinero en verano. Al tiempo, se negocia a toda prisa, para sustituirle, la cesión de Oliveira, delantero de buenas trazas hasta que una grave lesión puso su carrera entre paréntesis. Beckham, a su vez, está bajo arresto por una ventolera de Capello, que se sintió humillado porque el jugador, al que apenas utilizó en el primer trimestre, decidiera irse a rematar su carrera a otro mundo. Como en su día se fueron a México los Pirri, Michel y Butragueño, o Hierro a Qatar, sin que nadie les discutiera el derecho.

El Madrid empobrece su plantilla, el cegador brillo de los galácticos se ha apagado, pero eso no es lo peor. Lo peor es que esta galaxia está muriendo de mala muerte por culpa de las indecisiones y brusquedades de Capello, que no ha dado la medida en ningún terreno. Bien está que Calderón se propusiera distanciarse de la política intervencionista de Florentino, de tan malas consecuencias, pero de ahí a entregar el club a Capello media una gran distancia. El día, la hora y la forma a resolver las inevitables salidas de Beckham y Ronaldo eran cuestión de imagen del club. Indelegables por tanto.

El Madrid que Florentino soñó (e hizo) perfecto, aunque fugaz en su excelencia, está ahora en lenguas porque es un nido de broncas. Beckham se va mal, Ronaldo también, el Plan A fracasó, el Plan B tiene al equipo en pretemporada, el entrenador hace peinetas y en los juzgados se pleitea por la presidencia. El prestigio se tarda en ganar, pero se puede perder en poco tiempo. Esa sería la peor derrota, mucho peor que un cuarto año sin títulos. Calderón lo apostó todo a Capello y Capello le ha salido rana. Su verdadero enemigo no es el que le grabó, sino el que le ha organizado este descalzaperros inconcebible.

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