Gran Copa, poco premio

La Copa es una competición de temperaturas extremas. Los octavos empezaron a bajo cero, con estadios semivacíos y alineaciones repletas de suplentes, y concluyeron el jueves en un Bernabéu al rojo (que le pregunten al línea de Mejuto), con el Madrid aporreando la puerta de un Betis bis amurallado, nervioso y finalmente feliz. Cabe concluir que el torneo tendría mejor futuro a partido único, pero mientras llega, celebremos la emoción de los choques de vuelta.

Queda lo mejor. Un Sevilla-Betis, que pica más con Luis Fernández. Un Barça-Zaragoza, que puso a hervir Rafa Guerrero con su capacidad para ver más allá de la realidad (¿Recuerdan el manotazo de Motta a Diego Milito y lo que vino después?). Un Getafe-Osasuna, con dos equipos que por mellizos no querían ni verse. Y un Depor-Valladolid de Primera si se repasa la racha de los pucelanos (19 partidos invictos). No me digan que quien sobreviva al final no merece la Champions.

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