El siniestro peligro de aprender a caer

'Aprender a caer' es una vieja expresión procedente del boxeo. Olvidada, como en realidad está olvidado el boxeo todo. Se decía del boxeador emergente, que ganaba siempre y que de repente sufría un K.O. inesperado. En la mayoría de los casos, la consecuencia era la misma: perdida su conciencia de imbatibilidad, se volvía vulnerable, se iba al suelo con facilidad por golpes que antes apenas sentía, perdía resistencia al castigo, las dudas le arrastraban a la lona. Había aprendido a caer. ¿Pasa en fútbol? Tenemos motivos para pensar que sí. Tenemos motivos para pensarlo ahora, y en España.

Le pasó al Madrid galáctico, que desde aquel gol de Galletti en Mont-juïc, en la final de Copa, anda buscando a tientas las cuerdas para agarrarse y levantarse. Y el que dice las cuerdas dice fichajes, secretarios técnicos, presidentes... Nada sirve. ¿Le pasa eso al Barça? Eso se pregunta la prensa barcelonesa estos días. La derrota en la Supercopa no se tomó del todo en serio, porque quizá se pensó que el Sevilla sólo era un sparring. Pero la de Tokio al Internacional de Porto Alegre sí fue una derrota seria, un K.O. indisimulable, ante las pantallas de todo el mundo, ante un aspirante tenido por cosa menor.

¿Es que el Barça ha aprendido a caer o es sólo que faltan los que faltan? Falten los que falten el Espanyol no te puede llegar tantísimas veces a puerta, piensan muchos. ¿Será que el equipo 'ya no las toma', volviendo al argot boxístico, que los golpes llegan nítidos y te mandan al suelo? Y luego está el Sevilla. Perdió en Zaragoza, tras una gran reacción sin premio. Y pierde inmediatamente ante el Mallorca, en casa, dando una imagen de equipo menor. ¿Será que los equipos también aprenden a caer, como nos advertían los clásicos que les ocurría a los grandes boxeadores? Permanezcan atentos a sus pantallas.

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