El coraje que faltó durante el verano...

Pensaba yo ayer en la distancia que va del Robinho deslumbrante que apareció en Cádiz al que vimos anteanoche en el campo del Betis. Es el efecto degradante de dieciséis meses en una ambiente viciado, sin cuyo saneamiento el Madrid no va a salir de donde está. Lo que hace ahora es echar agua al cesto, y el agua se escapa por abajo. O echar manzanas nuevas en un cesto de manzanas podridas, lo que hace que las últimas se estropeen enseguida. Así que hoy que aún vivo la reciente buena impresión que me produjeron Torres, Gago e Higuain empiezo ya a temer por ellos. ¿Cómo resistirán esto?

Cuando el nuevo equipo de mando llegó al Barça heredaba una situación parecida a la que ahora vive el Madrid. Cinco años sin títulos y un aluvión de fichajes. Fue la larga noche de Gaspart. Rosell decidió modificar drásticamente el ambiente perdedor, mohíno y de reproches mutuos y coartadas múltiples del vestuario. En trece meses dio ¡veintiocho bajas! Entre ellas jugadores de tronío, fichajes caros, como Overmars, Riquelme, Saviola o Kluivert. Jóvenes como Rochemback y Geovanni. Canteranos como Luis García y Sergio García. Porteros, defensas, medios, delanteros. De todo. Ventiló.

Eso es lo que Mijatovic no ha hecho, y bien sabía que era preciso. Lo dijo en la Fundación Ferrándiz: "Lo importante no es quién fiche el Madrid, sino las bajas que hay que dar". Dio algunas, sí, pero no las principales. El coraje que faltó en verano hace estallar la situación ahora y convierte el galacticidio tantas veces aplazado en un desagradable suceso a mitad de temporada, un estruendo que agrava la impresión de crisis. Y sigue sin ser solución, porque no se trata de que salgan de uno en uno, sino de cuatro en fondo. Pero para eso hace falta criterio y no lo ha habido. Capello ha resultado una mala brújula.

Lo más visto

Más noticias