Bernabéu, presidente para un siglo

Hubo dos Bernabeús en la historia del Madrid. El primero dio para 16 Ligas y seis Copas, para traer a Alfredo Di Stéfano, el mejor futbolista en la historia del club, para impulsar la creación de la Copa de Europa y para que el equipo la ganara seis veces, para construir el mejor estadio del continente, para levantar una Ciudad Deportiva sobre la que hacer cantera y también para crear un modelo de gestión deportiva que aún sigue vivo, según sus biógrafos más amables.

El segundo Bernabéu, casi treinta años después de su muerte, sigue siendo un remolque para el Madrid. En 1947 construyó un estadio en el extrarradio, ligeramente al norte del antiguo Chamartín, para 120.000 espectadores. Costó 37 millones de pesetas. "Demasiado campo para tan poco club", le censuraron sus críticos. "Se quedará pequeño", anunció él. Acertó Bernabéu. En el aforo y en la ubicación, porque el Madrid financiero creció por allí y también en torno a su segunda gran apuesta, la Ciudad Deportiva, que un cuarto de siglo después de su muerte se trasladó a Valdebebas dejando a su paso la cancelación de la deuda histórica del club, una plantilla galáctica y liquidez en la tesorería. Ahora, una esquina del estadio podría darle al Madrid casi lo que dejaron las cuatro torres. Cuentan que 100.000 personas visitaron la capilla ardiente de Bernabéu tras su muerte. Parecen pocas.

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