El alma del Lyon y un 7 sin alma

Casi a diario, mientras Brasil duró en el Mundial, la web de la CBF ofrecía en vídeo, con titulares de asombro, las sesiones de lanzamiento en solitario de Juninho Pernambucano (el bueno, que le diría en un día de resaca como hoy un madridista dolido a un atlético festivo). Su porcentaje de acierto aturdía a Rogerio Ceni, a su vez el meta más goleador de la historia (65 tantos). Sin embargo, esa fabulosa pierna derecha no le ha dado a Juninho para ser titular con Brasil. Allí es uno de tantos y para lucir necesita su propio universo, como ayer, como desde hace seis años en el Lyon, un equipo montado en torno a él, muy ancho gracias a Govou y Malouda, con buenos guardaespaldas (antes Diarra y Essien, ahora Tiago y Toulalan), muy coral. Zarandeó al Madrid mientras aguantó su motor. El Lyon dejó de ser imparable cuando le sustituyeron.

También cambiaron a Raúl y el Madrid fue a mejor. Se pierde en la memoria el último gol del capitán, aún esforzado y con amor propio, pero plano, sin creación, desborde, llegada ni remate. Con el blindaje de siete que propone Capello y con Van Nistelrooy, un nueve de un solo toque y, por tanto, de poca autonomía de vuelo, en punta, el Madrid necesita alboroto en su línea de creación (escojan tres de estos cuatro: Cassano, Reyes, Guti y Robinho). A Raúl no le veo ahí. El madridismo lleva dos años esperando que vuelva y yo sospecho que ya no volverá. Capello lo tendrá más fácil que sus antecesores: si le sienta ya no cabe esperar una revuelta mediática.

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