Diego Rivas, de solución a problema
La meteórica trayectoria de Diego Rivas en el Getafe es digna de elogio. Su llegada al club, hace ya cuatro campañas, coincidió con la explosión definitiva de la entidad, primero en Segunda y a continuación en la élite del fútbol español. Un centrocampista completísimo, profesional como pocos, que incluso el propio Ángel Torres no dudó en calificar ayer de "piedra angular" en relación a su papel durante estos últimos años. Pero su misión inicial, la de pelear en el siempre farragoso fango de la categoría de plata, ha dado paso a una nueva, en la que el de Ciudad Real aúna esa capacidad de lucha con unas interesantes dotes de mando. La mayoría de los clubes de la Liga se han dado cuenta de ello y, lógicamente, Diego Rivas quiere aprovecharse de la coyuntura. Comprensible.
A la vista de los acontecimientos y del fuerte interés de la Real por hacerse con él, ese afán por crecer es precisamente lo que puede convertirle en un problema para el Getafe. "Me gustaría ser jugador de la Real", manifestó hace unos días en Radio Euskadi. Ayer fue su representante, Pablo García Quilón, el que se pronunció en Noticias de Gipuzkoa al decir que "el futbolista quiere jugar en Anoeta". Demasiadas muestras, demasiadas pistas para un presidente que remite a los donostiarras a los 3 millones de su cláusula sin caer en un pequeño matiz: si no acepta la oferta txuri-urdin, en torno a los 2 millones, el año que viene se puede encontrar con un jugador en la plantilla en contra de su voluntad pública y una afición que le silbe. ¿Y cuesta eso un millón?