Todavía colea el caso Mendieta

Fiore se negó a saltar al campo en San Siro a jugar los últimos quince minutos y Ranieri le aparta del equipo por un mes. Corradi ha declarado en la Gazzetta delloSport que quiere irse al Milán, que no está bien en Valencia. Estos dos jugadores vinieron esta temporada a reforzar a un equipo campeón de Liga y de UEFA, pero no han hecho sino dar problemas. En realidad, su presencia sólo obedece a dos motivos: a que son paisanos de su entrenador, al que están dejando en muy mal lugar, y que el Lazio aún debía siete millones del fichaje de Mendieta. Con esos siete millones perdonados y dos más entregados, en total nueve, los fichó el Valencia.

O sea, todavía un daño colateral de aquel empecinamiento del club chéen no vender a Mendieta al Madrid, que le hubiera pagado mucho más y al contado. En el Valencia hay de un tiempo acá una insana obsesión antimadridista, que alcanza cotas gaspartianas, que no le ayuda nada a pensar bien. Recordemos que el globo por el penalti de Marchena ofuscó tanto al Valencia que perdió los tres partidos siguientes. Estos dos parches vinieron, encima, con unos sueldos que se salen de ojo en la plantilla del Valencia, en la que se habían empezado a hacer sensatas renovaciones a la baja (Pellegrino, Carboni) muy acordes con las circunstancias actuales.

Al fondo de todo está Manuel Llorente, el visir de la corte, que hizo la vida imposible a Benítez a base de comprarle lámparas cuando le pedía sofás. Sin Benítez en el club, y sin el aporte de sensatez que daba Ortí, el Valencia ahora da tumbos y el glorioso equipo del doblete es ahora un grupo desunido, fuera de la Copa, casi fuera de la Champions y que en la Liga está por detrás del Levante. Todo a mayor gloria de Llorente y Ranieri, al que ya no se ve tan locuaz en las conferencias de prensa. Mientras, Benítez construye un nuevo proyecto en un club clásico y respetable. No le quieren pagar el finiquito, pero lo que sí le están dando son grandes satisfacciones.

Lo más visto

Más noticias