El Mundial B y la carrera de Alonso

La final del Mundial B de hockey sobre patines alcanzó cierto éxito televisivo en Cataluña: 119.000 espectadores, un 23,2% de share. Una buena nota, en especial si se piensa que se trata de hockey sobre patines, deporte minoritario aun en Cataluña, donde los mejores partidos (y en mejores horarios que este Cataluña-Inglaterra, que empezó cerca de las once de la mañana) suelen quedarse en 30.000 espectadores. Su carácter excepcional y polémico, el hecho de jugar Cataluña contra una nación de la enjundia de Inglaterra (inventores del hockey, por cierto) y de tratarse, al cabo, de la final de unmundial, explican el éxito.

Pero ese éxito es relativo si se compara con el 41% de cuota de pantalla que obtuvo en Cataluña la carrera de Fórmula 1 en Interlagos, cierre de temporada. Fueron 393.000 espectadores en TV3 y 361.000 en Tele 5. Sumados, multiplican por seis los espectadores del Cataluña-Inglaterra. ¿Por qué se vuelca Cataluña (como lo hace el resto de España) con la Fórmula 1? Por un asturiano, Fernando Alonso. Valga esta reflexión para quienes hacen del caso del hockey traducciones exageradas o interesadas. El mando a distancia refleja una verdad íntima, por encima de apasionados discursos: España está cosida con hilos invisibles.

En todo caso, ahora toca esperar lo que la Asamblea de la Federación Internacional decida los días 25 y 26 de noviembre en Fresno. Ahí se ratificará o se rechazará la adscripción de la Federación Catalana. Si es sí, podrá participar con todos sus derechos en el Mundial A, en el que también tiene plaza España. Si es no, todo habrá quedado en un tormenta en un vaso de agua, porque otra ocasión como la del hockey (deporte no olímpico, de hegemonía catalana en las canchas y en los despachos y fuerte implantación en el imaginario nacional por los numerosos títulos internacionales) no van a encontrar Niubó y compañía.

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