Las bondades de un modelo cuestionado

Ante Osasuna, García Remón paró un penalti, que no es poco. Aceptó el reto, dirigió al equipo en un partido incomodísimo, resolvió bien el contratiempo de la lesión de Solari con el cambio de posición de Raúl y sacó el partido adelante. Pero eso no ha alejado todos los fantasmas que pesan sobre el hoy y el ahora del Madrid. Los jugadores siguen siendo sospechosos de haber saboteado a quien quería hacerles la vida incómoda y Florentino sigue siendo sospechoso de haber creado un modelo mercantilista, distanciado de las esencias del deporte y además inviable, porque ya se duda de que haya entrenador capaz de manejar esa plantilla.

Pero yo aún estoy convencido de que el modelo tiene bondades. La primera, que pretende hacer rentable al club, cosa que nunca ha sido. Suena feo eso de vender camisetas, pero lo verdaderamente feo es estar siempre en deuda, depender de planes de saneamiento, de recalificaciones de terrenos, de no pagar nunca a Hacienda. De vivir del impago y del sablazo, que es lo que han hecho siempre el fútbol en general y el Real Madrid en particular. La segunda bondad es que, en el aspecto deportivo, el modelo rinde culto al talento, a la inspiración, y deja poco espacio para el fútbol tacticista y egoísta que tanto se cultiva y tan poco nos gusta.

Pero el modelo está pasando un examen implacable. San Mamés y la visita del Roma en Champions van a ser dos partidos mirados con severidad por todos. De momento, al menos, el cumpleaños de Ronaldo ha pasado sin mayores daños: una celebración casi familiar, una cena de treinta parejas, nada que ver con la fiesta romana del año pasado cuando, hay que recordarlo, Ronaldo se tomó tres días, que incluían el del Trofeo Bernabéu ante River Plate, a cuya asistencia fue excusado. Aquellos excesos del año pasado han acabado en esto que ahora vivimos. García Remón tiene un gran reto. De él va a depender que el modelo prospere o no.

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