García Remón se monta en un potro bravo

El problema, y está escrito varias veces en estas líneas, es quién puede entrenar a este Madrid. Alguna vez dije que es como jugar a las siete y media: o te pasas o no llegas. Camacho se ha pasado y le han hecho la cama; Queiroz no llegaba y aquello fue la casa de Tócame Roque. Del Bosque tenía la medida, pero el club no lo supo ver. ¡Ay si pudieran dar marcha atrás a la moviola y corregir aquella decisión! Ahora entra García Remón, tan íntimo amigo de Del Bosque como de Camacho, pero que se parece más a aquél que a éste en el temperamento. Está ante la gran oportunidad de su vida. El que dome este potro se hará célebre.

Porque todo viene de que Florentino ha hecho un experimento novedoso: reunir en un equipo a un puñado grande de superestrellas. Jugadores de máximo talento, pero también de máxima notoriedad social, máximos compromisos publicitarios, máxima seguridad personal en que sus capacidades naturales les liberan del entrenamiento diario. Casi todos vienen huyendo de algún entrenador más o menos autoritario. Este grupo de estrellas garantiza al club notoriedad en todo el planeta e ingresos para crecer exponencialmente... pero sólo si renuevan su fama con más victorias. Un equipo en permanente derrota dejará de interesar. Pero Florentino no duda del modelo. Piensa perseverar en él. Piensa que alguien tiene que ser capaz de conseguir que todo ese talento reunido se exprese en una sinfonía sin igual y a día de hoy confía en que ese hombre pueda ser García Remón. El nuevo entrenador (que ya lo fue de forma pasajera en el Madrid en la crisis entre Arsenio y Capello) se movía ayer entre la incomodidad de meterse en los zapatos de su amigo del alma y la evidente obligación ante sí mismo y ante el club de su vida de aceptar este reto. Pero el tiempo apremia tanto que no hay lugar a pensamientos melancólicos. Osasuna está ahí. Y el modelo otra vez a examen.

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