Mínimo esfuerzo, mínimo resultado

La gente se aburrió en el Bernabéu, y lo hizo notar. El Numancia jugó muy bien sus cartas, y hay que alabárselo a Francisco, pero es que sus cartas son pocas. En realidad, de antemano se sabía que todo lo que de provecho podía sacar el Numancia de este partido era el eco de su justa reivindicación de mejores carreteras, porque sus jugadores están demasiado por debajo de los del Madrid. Así que el Bernabéu se llenó en la seguridad de que esperaba un partido bonito por lo fácil, propicio para la exhibición de los galácticos, a los que la calidad se les conoce, y el orden y el trabajo se les presumía. Ahora que está Camacho y se concentran...

Pues con Camacho como sin él. El Madrid fue un grupo lento, en el que todos la pedían al pie y todos la entregaban al pie, porque en este grupo hay una evidente solidaridad en torno a esa idea. Sin desmarques, sin dinámica. Con algunas jugadas individuales notables, sobre todo por parte de Figo, colosal, o de Zidane. Pero, a cambio, con un Raúl desolador y con Ronaldo equivocando el regate en el último tramo de cada jugada. Y en general, todo con un aire de cosa ya vista, de equipo sin alegría y sin espíritu, resuelto a ganar con el mínimo esfuerzo, con algún ramalazo de clase, que siempre aparece. Esta vez fue Beckham.

Otra cara tiene el Barça, que de salida está ganando la batalla sicológica. Allí se ve lo que no se ve en el Bernabéu: juego veloz, vibrante, pases profundos, combinaciones rápidas, llegadas frecuentes. Al Barça se le supone una debilidad estructural para la contención, ahora que no están Cocu ni Davids, y que podría agravarse con la lesión de Motta. Se le supone, pero no se le ve, al menos por el momento. Como en el Madrid no se ve el espíritu de Camacho. Es cierto que esto no ha hecho más que empezar y que ambos equipos llevan seis puntos, pero uno ilusiona y el otro no. Porque a uno se le ve nuevo y al otro se le ve muy gastado.

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