Raúl, entre Owen , Reyes, Camacho y Luis

Salió Owen y resolvió el partido. Un desborde limpio por la derecha, un centro con el balón diciendo cómeme y Ronaldo que sólo tiene que empujar con el pecho. De balón de oro a balón de oro. Florentino tiene razón: ir a por este tipo de jugador ya contrastado, es ir sobre seguro. Los balones de oro y los fifa world player no se regalan. Owen se apresuró a confirmarlo, con su presencia, útil y grata (le vi un aire al Buitre) a la que sólo le faltó el broche del gol. Lo tuvo en un pase largo de Beckham, que remató pifiado, por los nervios o por la hierba alta. Y en una volea que se le escapó por arriba. Pero, aun sin gol, fue el hombre del partido.

Y eso pone un poquito más en dificultades a Raúl, cuya lesión abrió la puerta al inglés. Raúl se ve acosado en el Madrid por Owen (y por Morientes, y por Guti) y en la selección por Reyes (y por Valerón, y de nuevo por Morientes, y hasta por el Niño Torres). Camacho y Luis tienen la misma patata caliente en sus manos: sentarle o conseguir que vuelva a ser el que fue. Son dos tipos de garantía, pero el problema es peliagudo. Porque Raúl es intachable, no se le puede pedir más esfuerzo ni en los entrenamientos ni en el campo. Y aún es joven. Pero su juego se ha esfumado y la presión de todos los que esperan es brutal.

Por lo demás, el Madrid de Camacho es el mismo perro con distinto collar. No frena en la media, la defensa se retrasa, Casillas sigue en plan paralotodo y los galácticos, destilan de cuando en cuando, desde su aire comodón una jugada de peligro. O directamente indefendible, como la que se tradujo en el gol. Pero hoy por hoy el equipo es el mismo de Del Bosque y de Queiroz. Ayer se pudo quejar de la fea argucia de Floro de dejar la hierba alta, para frenar su falta de toque. Pero, siendo eso verdad, no cambia todo lo anterior. Camacho tiene tarea para cambiar los hábitos de su equipo. Y el Barça va a apretar. Con el balón divierte y se divierte.

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