Deferr rompió el maleficio del oro

El maleficio del oro lo rompió Deferr, el mismo Deferr que salió nervioso en suelo, su prueba, y se quedó con el cuarto puesto. El que más duele. La medalla de chocolate. Pero ayer, libre quizá de la ansiedad que le provocaba la necesidad de ganar en su prueba favorita, asumida la decepción, salió seguro y relajado en la prueba de salto. Y convirtió el chocolate en oro. Y con eso le dio a España un gran empujón en el medallero, porque éste se ordena primero según los oros, luego por las platas, y finalmente los bronces. La falta de un oro retenía a España muy atrás en el medallero, y creaba una ansiedad general en el equipo español.

Me alegro mucho por Deferr, porque sufrió mucho por un error tonto. Dio positivo por cannabis y se enfrentó a una dura suspensión: tres meses apartado de la gimnasia y la pérdida del subcampeonato del mundo. Las reglas del antidoping son así de severas, al menos de cuando en cuando. El cannabis no es una sustancia que mejore el rendimiento del deportista. Es una droga social. Al deporte se le exigen unos valores educativos y ejemplares que en aquella ocasión conculcó. Cometió un error que ante cada cual puede merecer mucho, poco, o ningún repudio. Pero lo que no había en su caso era trampa. No fue doping deportivo. Fue un porro.

Ahora, este oro, que se emparenta directamente con el que consiguió en Sydney en salto, le compensa de aquel sofoco, le coloca, junto a Theresa Zabell y Doreste, en el altar de los únicos españoles que han conseguido medalla de oro en dos Juegos Olímpicos. Y relanza el optimismo del deporte español, que ayer se reactivó con la medalla de bronce del equipo ciclista de pista y con el paso a la final de la pareja de voley playa, Bosma-Herrera, la pareja de moda. Y aún quedan unas cuantas buenas bazas que jugar, entre ellas la de Reyes esta noche en la final de 1.500. Poco a poco el deporte español va ocupando el lugar que le corresponde.

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