Hechos con el material de los sueños

Este mediodía La 2 ofrece un extra de Al Filo de lo Imposible. Un documental sobre los cincuenta años de la primera conquista del K-2, la segunda montaña más alta de la tierra. Y la más terrible. La emisión de hoy es un adelanto de la que dentro de algunas semanas nos mostrará la aventura vivida por Juanito Oiarzabal, Edurne Pasaban y compañía en el nuevo y exitoso asalto a ese reino del silencio, culminado en condiciones dificilísimas. El descenso, siempre lo más peligroso (cansancio, confianza, caída del entusiasmo, pérdida de luz) fue siniestro. A Oiarzabal, tres horas perdido entre sombras y ventisca, estuvo a punto de costarle la vida.

Al Filo de lo Imposible ya estuvo en el K-2 hace diez años. Entonces perdieron un miembro del equipo, Atxo Apellaniz, y se juraron no volver allí. Pero han vuelto. El cincuentenario de la primera conquista era una tentación demasiado grande. Un poco por abrazar el recuerdo del compañero caído, cuyo cuerpo sigue allí. Otro poco por reconciliarse con la montaña, que ninguna culpa tuvo. Un mucho porque sí. Porque están hechos del mismo material que los sueños, porque les arrastra ese afán de superación, de aventura y de conquista que ha convertido a nuestra especie en dominadora absoluta de este planeta azul.

Este es un deporte sin aplausos, sin masajistas, sin ferraris. Sin rivales. Es un rito en la frontera entre el cielo y la tierra, entre la vida y la muerte, en el que se da siempre el máximo y en el que muchas veces con eso no basta. Uno de cada cuatro conquistadores del K-2 ha fallecido en el descenso, al cabo de estos cincuenta años. Pero vuelven y vuelven, y vuelven a volver. El espíritu de la aventura es más fuerte en estos hombres que cualquier cálculo, que cualquier sentido de la cautela. Sólo saben vivir al filo de lo imposible. Sus hazañas convierten en algo sencillo y cotidiano todos los demás lances deportivos que narramos aquí cada día.

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