Arácnido de Madrid Club de Fútbol

Después de los fosfenos sanguinolientos de la nueva camiseta del Athletic llega el modelo arácnido en su hijo madrileño, el Atlético. Los diseñadores caen sobre el fútbol. Después de unos años de emborronar las segundas camisetas con colores pastel se atreven ahora con las primeras y presentan estas propuestas extravagantes que van ganando terreno poco a poco. El hincha telúrico que uno lleva dentro se rebela contra estas cosas, pero a medida que el fútbol genera más y más dinero hay más y más gente que intenta llevarse su tajadita. Y algunos, a falta de otros talentos, acuden a estas estrategias rupturistas. En su derecho están.

Rascando y rascando, se encuentra uno con la excusa de que estos cambios radicales en las camisetas pueden ayudar a provocar la venta de las mismas. Más ingresos, por tanto. Quizá, aunque cuando se miran de cerca las cuentas en eso de las camisetas, lo que de verdad hay es la mitad de la mitad. Pero en cualquier caso llevo años viendo al fútbol aumentar sus ingresos continuamente, pero siempre por debajo del aumento de sus gastos. Mientras no controle éstos, ya pueden hacer camisetas tan extravagantes como quieran o poner a los futbolistas anuncios hasta en el culo, como ya se hace en algunos clubes, que todo será inútil.

No, en realidad no se trata de un plan económico. Se trata de una absurda tendencia adanista, un deseo de algunos de dejar su impronta en una actividad tan universal como el fútbol. Un viejo invento, cuyo reglamento tardó en redactarse sesenta años y cuyos ritos son muchos centenarios. Un conjunto hermoso y atractivo, al que algunos ven oportuno arrimarse con cualquier chorrada, sea el gol de plata, sea una camiseta herética, para tener la satisfacción de haber dejado ahí su cagadita. Son como aquel que reescribió El Quijote en verso, y cuando lo mostró todo ufano le dijeron: ¿Qué pasa? ¿que no le gustaba a usted la versión de Cervantes?

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