Ni sí ni no, sino todo lo contrario

La sentencia sobre la impugnación de Sanz al voto por correo ha dejado perplejo a todo el mundo. Por un lado, da por válidos los votos por correo captados hasta ahora. Pero al tiempo exige la inmediata interrupción de este método de captación de votos. Difícil entender el porqué. Y más difícil desde el punto de vista que argumentaba la denuncia: para Sanz, la irregularidad estaba en que Florentino habría empezado a recoger votos antes del inicio oficial de la campaña. Pues resulta que esos votos valen. Y la interrupción ahora del método a quien perjudica es a los otros dos aspirantes, que pierden dos días de posible recuperación.

Ahora, todo el mundo está inquieto. Florentino, que ya tiene asegurados más de once mil votos por este método, los da por validados con la sentencia. Pero algo le preocupa cuando exhorta a esos once mil votantes y al resto de socios a ejercer el domingo el voto presencial, que prima sobre el emitido por correo. Su preocupación es que Sanz impugne las elecciones con la base del reproche, que se desprende de la sentencia, a la intensiva captación del voto por correo por parte de Florentino. Ese reproche es el clavo al que se agarra Sanz para darse por ganador en la sentencia y para anunciar que impugnará si se validan esos votos.

O sea: estamos ante una sentencia salomónica que coloca al Madrid, a dos días de las elecciones, ante una seria confusión. La única forma de que esto se resuelva el domingo es que el voto presencial sea masivo y que la victoria de Florentino en este apartado sea rotunda. En otro caso habría impugnación. Si a pie de urna ganara Sanz, se resistiría a reconocer la validez de los votos por correo. Incluso si ganara Florentino por poco margen habría lugar para la confusión, en ese maremágnum de recuento y cotejo con los votos por correo. Y lo que menos conviene al Madrid es alargar esta situación de provisionalidad, que paraliza un poco todo.

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