Una frase como “la técnica del Betis femenino es muy buena” resulta ambigua. Casos similares se dan con “la música”, “la mecánica”…
No tendría sentido que el marcador del estadio fuera “inalterable” porque su misión consiste en alterarse.
Asistencia llegó del baloncesto al balompié, como tiro libre o falta en ataque. El balonmano parece refractario a tomar vocablos del fútbol.
El sufijo “-ato” sirve para formar sustantivos que indican dignidad, cargo o jurisdicción. Su aplicación a nombres propios cuenta con los antecedentes de “porfiriato” y “onganiato”.
En el lenguaje deportivo, los equipos de fútbol se clasifican pero los pilotos se califican.
“Peinó el balón hacia atrás” es un pleonasmo innecesario.
Hay multitud de sinónimos para decir que algo comienza, pero apenas se usan.
La Academia considera incorrecto este uso de la preposición por algunos periodistas deportivos.
Se está llamando ‘wild card’ al nuevo sistema de clasificación propuesto para la Copa de Europa.
El segundo nombre del Real Valladolid originó la polémica en unos exámenes de selectividad.
El anglicismo ha proliferado últimamente en la Prensa, en detrimento de baloncesto.
El vocablo “academia” se va extendiendo, por su mayor elegancia.
Este verbo está arraigando en el léxico del baloncesto y del fútbol.