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Pírrico triunfo

Decía un titular del 13 de marzo: “Victoria pírrica del equipo de Unai Emery contra el colista”. (El PSG había vencido por 1-2 al Lorient).

Algunos periodistas y mucha gente tienen dudas con el adjetivo “pírrico”, y dudan de si significa “pobre”, “despreciable”, “insuficiente”…, o tal vez “escaso”, “mínimo”, “ajustado”…, mientras que personas más leídas lo relacionan solamente con un nombre propio.

Pero éste no tiene nada que ver con un legendario jugador del Madrid que ganó la sexta, José Martínez ‘Pirri’; sino con el griego Pirro, que vivió tres siglos antes de que naciera Jesucristo y reinó en Epiro. Guerreó mucho este hombre, y no siempre le fue bien. Una de sus victorias sobre los romanos, en la batalla de Heraclea, resultó especialmente trágica, porque perdió tantos soldados que más le habría valido quedarse en casa.

La porción de terreno ganada al enemigo no compensaba de ninguna manera las más de 13.000 bajas que se dejó por el camino (eso sin contar la mortandad entre sus adiestrados elefantes). Y como esto mismo le sucedió de nuevo, en la batalla de Ásculo, desde hace más de 22 siglos el concepto “victoria pírrica” define todo triunfo en el que los daños son superiores a los beneficios.

Durante el Mundial de 1982, disputado en España, el académico Fernando Lázaro Carreter percibió ya una cierta tendencia de los periodistas a confundir “victoria pírrica” con “victoria por la mínima”. Se lo tomó con sentido del humor (como solía), y en uno de sus artículos propuso irónicamente que, ya puestos, en vez de “temperatura mínima” se usara “temperatura pírrica”, y en lugar de “salario mínimo” se dijese “salario pírrico”.

Con el tiempo, la Academia ampliaría la definición histórica, y admitió en 2001 que “pírrico” sirviera también para un triunfo conseguido con mucho trabajo y poco margen, y para cualquier cosa de poco valor si éste se compara con el esfuerzo desarrollado para conseguirla. “Pírrico” equivale, pues, a lograr muy poco a base de mucho.

No parecen entrar ahí el caso de Unai Emery ni tampoco otros que tengo documentados. Por ejemplo, cuando un periodista escribió: “La asistencia pírrica, apenas 700 personas, es un toque de atención a la directiva” (6/8/2005). O este otro: “No habló Guti, pero sí que lo hizo Benzema. Aun en un pírrico castellano, el delantero se hizo entender” (31/1/2010).

Desde luego, Benzema se ha esforzado en estos años por hablar un buen castellano. Quizá más que algún periodista.