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Es por eso que hoy vengo a verte

Admiro esos estadios que se convierten en un orfeón de decenas de miles de voces poco antes de empezar el encuentro.

Eso no pasa en el Bernabéu, donde no hace falta que la gente entone himnos y cánticos; ya se encarga de eso la megafonía atronadora y desincentivante, que funciona antes de los partidos y durante el descanso como si fuera la de una discoteca descomunal en la que, sin embargo, nadie liga ni baila.

Esa música a todo volumen aplana al espectador, que entra frío en el partido, desnortado, aturdido, apático. Actitud normal de las personas a quienes se lo dan todo hecho.

Y ahora podría escribir:

Es por eso que admiro el canto ‘a cappella’ del himno del Sevilla”.

Pero en tal caso habría acudido a una forma galicada, calco del francés “cést pour ça que” (aunque también se da en otras lenguas).

Habría sido mejor que yo escribiera:

Por eso admiro el canto ‘a cappella’ del himno del Sevilla”. Aunque la letra de tan admirable cántico sevillano incurra precisamente en ese galicismo:

Y es por eso que hoy vengo a verte,

sevillista seré hasta la muerte,

la Giralda presume orgullosa de

ver al Sevilla en el Sánchez Pizjuán.

Se trata de una fórmula que se repite en muchas otras canciones: “Es por ti que veo ríos” (Cómplices), “Y es por ti que late mi corazón” (Juanes), “Y es por eso que mi alma llora” (Camilo Sesto)…

El Diccionario Panhispánico de Dudas, elaborado por la Real Academia, señala que en el habla esmerada debe repetirse la preposición: “Es por eso por lo que hoy vengo a verte”; y lo mismo hacen diferentes libros de estilo de periódicos en español, que, frente a “es por eso que”, ofrecen las alternativas “es por eso por lo que”, “por eso es por lo que” o simplemente “por eso”.

Ahora bien, ¿cómo encajaríamos en la música concreta del himno sevillista una de estas opciones más recomendables? Pues no quedaría más remedio que elegir otro orden y cambiar alguna cosilla: “Y por eso ahora yo vengo a verte…”, por ejemplo.

No se propone aquí modificar un himno tan emblemático. Dejémoslo como está. Pero tal circunstancia nos ha servido para advertir de esta construcción de origen ajeno al español, no vaya a ser que algunos aficionados, periodistas o compositores la den por buena y estén dispuestos a hacer más canciones así.